Naufragio y rescate - Humor y masacre

HUMOR Y MASACRE
ESCRITO Y PERPETRADO POR JUAN LUIS PEREIRA.
      CON PERDÓN.
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Naufragio y rescate

Historia Tercera
El viejo lobo de mar gallego lanzó una fiera mirada en torno suyo. Emitió unos cuantos ruidos corporales y dirigiéndose a la concurrencia dijo con voz tronante y aguardentosa:
- Aunque sois unos perros sarnosos e hijos de una cabra, he decidido que voy a contaros una historia que, como es lógico, me ha sucedido a mí.
La alegre gentuza allí reunida mostró gran entusiasmo por el acontecimiento y en escasos segundos huyó despavorida seguramente, pensó el viejo marino gallego, debido a la deficiente calidad de la cerveza.
Solo quedaban, como siempre pasa en la vida, los más fieles. Pocos, cierto, pero fieles.
Allí estaban esperando ansiosos su relato, el tranquilo sordo, el espantado paralítico y el viejo marino vasco, haciendo esfuerzos por ponerse en pie, pero tres botellas de ron producen cierta torpeza. También estaba el tabernero, pero este no contaba, pues había metido la cabeza en el horno de leña. El viejo lobo de mar gallego se atizó un gran trago de ron de magnífico alcohol de quemar y aunque se quedó ciego durante unos instantes, se sintió íntimamente reconfortado. Dios era grande, aún estaba vivo. Con menos vista, pero vivo. Empezó su relato.
- Me habían contratado como capitán de un honrado velero pirata, dedicado a sencillos abordajes y crimen en general. Después de unos tranquilos días en los que solo quemamos y hundimos seis navíos, estaba muy aburrida toda mi elitista tripulación. Solo se entretenían escupiendo lo más lejos posible, los dientes que se les desprendían por el escorbuto.

Pirata Gallego
Pirata Gallego
El gran silencio de los presentes mostraba el respeto e interés que provocaba el relato. El sordo sonreía beatíficamente mientras leía el censo de galápagos de la Isla Tortuga, entusiasta el paralítico, se mordía furiosamente la lengua, pues masticarse la yugular uno mismo, no es fácil. El viejo marino vasco ya había conseguido apoyar la cabeza en un codo y desesperado, buscaba su trabuco de avancarga. Un perro aullaba lastimeramente en algún sitio y una anciana parió porque eran pocos. Un delicado olor salía del horno de leña.
- Como digo- seguía el viejo marino gallego- la marinería estaba muy desmotivada, así que les insté a que se amotinaran y ya puestos, violaran a las gallinas de la cocina un poquito, más que nada, para que pasaran el rato.
-En estas andaba la horda, entretenida y alegre, cuando, y debido a que el marinero que prestaba el turno de vigía era ciego de nacimiento, chocamos contra un banco de Santander y como suele suceder en estos casos naufragamos.
El sordo seguía sonriendo mientras ojeaba, esta vez, un documentado manual sobre sicología, aplicada al escarabajo pelotero. El paralítico pedía a gritos que acabaran de una vez con su vida, aunque fuera con una jarra de ron con aceite de hígado de bacalao. El viejo lobo de mar vasco, cargaba febril su trabuco con todo lo que encontraba a mano. Una lámpara de aceite, un cuadro de Miró, el rosario de su madre, una hogaza de pan del mes anterior, un ojo de cristal…
El tabernero sacó la humeante cabeza del horno de madera, arrojó al mismo más troncos y volvió a introducir la testa.
- Andaba yo, flotando sobre un madero, en el mar proceloso - impertérrito, proseguía la narración el viejo lobo de mar gallego-, rodeado por la marinería que no se había ahogado, cantando una vieja y triste canción pirata, bebiendo algún galón que otro de ron, pensando en nuestro negro futuro, cuando aparecieron los delfines y nos salvaron. El viejo marino vasco apuntó el trabuco. Tres viejos marinos gallegos danzaban delante del punto de mira. Uno por cada botella de ron trasegada. Apuntó con cuidado, con dulzura. Su dedo índice fue curvándose sobre el gatillo…
-Como iba diciendo - rugía el viejo lobo de mar gallego -, nos salvaron los delfines. ¿Sabéis como es esto posible? Se percibía un tono retador en su voz.
- Pues es sencillo, - bramó- se trataba de nuestros amigos piratas a tiempo parcial y con contrato basura, Delfín Hogan y Delfín Tailor, a bordo del yate Nabila que después vendieron a un pobre que se llamaba Kasogi.
El viejo lobo de mar vasco disparó. La hogaza de pan le atizó al sordo en la sesera y del porrazo recobró el oído, la columna vertebral del paralítico sufrió un tremendo golpe con el cuadro de Miró y la colocó en su sitio, con lo que el pobre diablo salió corriendo gritando ¡milagro!, al tiempo que horribles blasfemias. Las cuentas del rosario de la madre del viejo lobo de mar vasco, fueron a parar a las nalgas del tabernero, que se perdió en el horizonte dando grandes botes y la lámpara de aceite se estrelló contra la pared, con lo que ardió toda la taberna. Del ojo de cristal, nunca se supo más. Fue un ojo perdido.

El retroceso del trabuco había lanzado de bruces al suelo al viejo marino vasco. Vio, horrorizado, el rostro fiero, la leonada barba del viejo lobo de mar gallego sobre él. Se oyó una risita estridente, pérfida, burlona…..letal.
-Creo que voy a contarte una historia, que me ha sucedido a mí… El viejo lobo de mar vasco supo que aquel iba a ser un mal día.
Viejo piloto de combate nacional
Piloto combate republicano
Viejo pirata gallego
Viejo Pirata Vasco
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